Por qué importa la ubicación geográfica de la clínica para adicciones.
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El proceso de desintoxicación de una persona adicta a una sustancia o un hábito destructivo representa una etapa compleja, donde la distancia física del lugar de residencia actúa como un cortafuego. Algo similar a si dejamos una liebre amarrada e indefensa a unos metros de un león hambriento y pretendemos que éste se abstenga.
La atracción hacia el consumo es tan fuerte que, si la persona adicta emprende este proceso cerca del entorno donde ha desarrollado la pauta de consumo destructiva, la recaída está servida. Muy cerca tendrá a la gente con quien consumía, los lugares donde lo hacía, y el acceso al dinero necesario para adquirir la sustancia o las relaciones que entabló para conseguirla. Sólo debe abrir la puerta del centro, dar unos pasos, y encontrarse con su premio.




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Quienes se dedican al tratamiento de adicciones saben la importancia de ingresar en un centro de desintoxicación ubicado en una provincia que no sea la de residencia del paciente (esto es lo que procuramos ofrecer en Adictalia tras realizar el estudio de caso gratuito).
La desintoxicación del paciente
La primera fase del tratamiento para superar un hábito destructivo consiste en la desintoxicación, cuando el síndrome de abstinencia se manifiesta con vehemencia. Se trata nada menos que del desequilibrio fisiológico, orgánico, que se produce cuando dejamos de consumir la sustancia y nuestras células dependientes de ésta la demandan como una flor que no hemos regado durante semanas.
Síndrome de abstinencia durante la desintoxicación
Durante esta fase de reajuste neuroquímico cerebral pueden producirse síntomas, más o menos intensos dependiendo de la adicción. Estos van desde insomnio, paranoia, deseo irrefrenable de consumir, hasta conductas violentas, entre otros. Según el centro y el cuadro de la persona adicta, esta etapa crítica de desequilibrio orgánico y psicológico, se palia con medicamentos químicos o naturales.
Por ejemplo, con tranquilizantes, con una contención psicológica y emocional para que el paciente se sienta acompañado y sobrelleve el proceso. También se apela a masajes para relajar la musculatura, baños de diferentes temperaturas, deporte, actividades recreativas…
Estas condiciones de aislamiento respecto de su entorno y la situación geográfica ayudan inexorablemente a distanciarse del consumo
Pero sobre todo, la lejanía del centro respecto del lugar de residencia de la persona adicta resulta fundamental para superar la primera fase de desintoxicación. En ésta el cuerpo y la mente se acostumbran a vivir mínimamente sin la sustancia o el hábito.
La persona debe estar aislada de los entornos en los que desarrollaba su conducta adictiva. Incluso, al principio del tratamiento, apartada de sus seres queridos, para evitar así posibles conflictos acarreados por deudas emocionales generadas por sus comportamientos patológicos por la adicción. Si bien es positivo el reencuentro cuando el paciente se sienta preparado. Estas visitas suelen darse semanal, quincenal y mensualmente.
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El cortafuego de la distancia para realizar la desintoxicación
Estar lejos de la ciudad o, incluso, provincia de residencia, impide en gran medida que la enfermedad consiga doblegar la voluntad de la persona y la conduzca a abandonar las instalaciones para satisfacer su adicción. Si está en su población o cerca de ella, el paciente sólo tiene que abrir la puerta para irse y retornar a su entorno de consumo.
Al estar lejos y sin recursos económicos, debe pensárselo mucho más. Estas condiciones de aislamiento respecto de su entorno y la situación geográfica ayudan inexorablemente a distanciarse del consumo, y lo más importante: resultan efectivas para conseguir que la persona se deshabitúe de la sustancia en una primera instancia.
Por otra parte, las tecnologías de la comunicación que existen hoy han cambiado mucho la realidad del aislamiento en los centros de desintoxicación. Y es que las personas que buscan superar su adicción pueden mantener un contacto virtual más fluido con sus seres queridos para conseguir que afectivamente el internamiento sea más llevadero.
Tengo 51 años y soy adicto a la mezcla de coca/heroina, he estado en 8 centros públicos y privados y vuelvo a recaer cada vez que salgo a la calle. Como no tengo familia manejo yo mi dinero y el último que he estado tampoco me ha podido ayudar. Hoy voy a otro,mi último cartucho.