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Efectos de la pornografía en adolescentes

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adolescentes y pornografía

Riesgos del binomio adolescentes y pornografía, explicados por una sexóloga

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Foto artículo Adolescentes y pornografía: Ron Lach en Pexels

La relación entre adolescentes y pornografía representa una preocupación para muchos padres y madres. Los datos indican que el desarrollo y democratización de la tecnología móvil, así como la falta de control, han facilitado la difusión y el acceso a contenidos porno por parte de menores. Recientes estudios indican que ocho de cada 10 personas de entre 12 y 17 años consumen pornografía habitualmente en España.

¿Qué implicaciones puede tener esta exposición a contenidos explícitos desde tan jóvenes? ¿Influye el tipo de pornografía al que se expongan? ¿Cómo tratar desde la familia y la escuela este hecho, que ya no depende sólo de que nuestro/a hijo/a tenga un dispositivo con conexión, sino también de que acceda a uno por medio de sus amistades?

Hay algo claro: “la edad es un factor determinante en el desarrollo cerebral de niños/as y adolescentes para la construcción del sentido de la sexualidad, el afecto, los límites y el respeto”, como explica la sexóloga Milena Marinova, de Ávila, integrante del directorio de especialistas en adicciones de Adictalia.

Marinova, quien en otro artículo en Adictalia trata sobre la adicción al porno, es la encargada de responder a esos interrogantes en este artículo y a alertar sobre los riesgos del binomio adolescentes y pornografía, que en general es machista, violenta y nada fiel a la realidad de la sexualidad humana.

ADOLESCENTES Y PORNOGRAFÍA MASIVA: UN MODELO NOCIVO

Los efectos del porno como primera toma de contacto con la sexualidad

– ¿Por qué es preocupante que personas adolescentes puedan ver imágenes pornográficas?

– En principio, el material pornográfico es un recurso restringido a adolescentes por el contenido explícito del cuerpo humano y las prácticas que conlleva. Este es uno de los motivos por los que tiene mala aceptación social el consumo a estas edades.

Pero el problema de fondo consiste en cuando éste se convierte en la única herramienta educacional para aprender y explicar las relaciones sexuales. Cuando faltan otras fuentes y modelos para ayudar o guiar a jóvenes en su desarrollo, en su sexualidad y en los primeros encuentros, tomar como referencia estas escenas puede generar mucho daño. Sobre todo, cuando se trata de la pornografía más convencional que pulula por la web, que es también la más nociva.

Hay algo que está claro: los y las adolescentes sí o sí llegan a ver porno. Esto es algo prácticamente inevitable porque carecen (no se les ofrece) otras fuentes o lugares para informarse, formarse y satisfacer respuestas a sus inquietudes.

Hablamos de espacios como la familia y de programas de educación sexual enfocados desde la sexología antes que desde la prevención sanitaria. Porque ésta última conlleva el enfoque de enfermedades, embarazos, peligros… cuando la sexualidad es mucho más que eso. La sexualidad implica vivencias, emociones, es decir: lo que les pasa día a día a las personas adolescentes como sujetos sexuados.

En este contexto, las personas adolescentes usan la pornografía como si fuera un manual de introducciones de su vida amorosa-erotica. El porno masivo o convencional, la pornografía en general, termina convirtiéndose en referencia de modelos y enseña a nuestros/as jóvenes.


Cuando faltan otras fuentes y modelos para ayudar o guiar a jóvenes en su desarrollo, en su sexualidad y en los primeros encuentros, tomar como referencia estas escenas pornográficas puede generar mucho daño.

Milena Marinova, sexóloga, sobre adolescentes y pornografía

La curiosidad y la vergüenza o, simplemente, la necesidad de saber cómo actuar en estos primeros encuentros y relaciones, conduce a la mayoría de adolescentes a la pornografía gratuita disponible abiertamente en Internet. Sólo con la confirmación anónima de que eres mayor de edad, basta. Como consecuencia, muchas personas jóvenes ya han visto porno, incluso con violencia, antes de dar el primer beso.

La pornografía en general no representan relaciones reales ni cotidianas. Representan un coito centrismo que se enfoca en la penetración y el placer masculino, dejando de lado un abanico de otras tantas prácticas maravillosas y necesarias. Además de reproducir estereotipos y conductas machistas.

El problema aparece entonces porque resulta un modelo negativo en el que referenciarse para construir la sexualidad. La pornografía comercial, en general, muestra un modelo machista, donde se trata a la mujer como un objeto de placer masculino. Además de retratar situaciones ficticias totalmente inverosímiles en las relaciones cotidianas.

El objetivo final de todas las relaciones sexuales en estas producciones consiste en la eyaculación masculina. Además, cuando se representa la eyaculación femenina, se teatraliza de forma exagerada, formando unas expectativas irreales en función de la respuesta sexual humana

La indiscutible irrealidad del porno masivo

Por otra parte, si repasamos las películas de hace unas décadas, podemos observar que el porno tampoco se libra de modas. Los videos mostraban una buena cantidad de vello púbico y corporal, pechos sin operar y cuerpos estándar. Hoy día el vello ha desaparecido, los cuerpos llevan silicona y muchas horas de gimnasio.

Esto reproduce y refuerza un referente de físico estereotipado, cada vez más aceptado o deseado por adolescentes. Y con ello, se termina por influir negativamente la aceptación y la autoestima de jóvenes, cuya principal fuente de formación sexual pasa por la pornografía.

En estos contenidos pornográficos populares todos los actores tienen súper penes y las actrices labios externos (mayores) e internos (menores) casi idénticos, lo cual es totalmente ilusorio. Asimismo, todas las actrices disfrutan de la penetración anal, cuando en la vida real, como cualquier práctica en el terreno erótico, el placer es muy subjetivo y cada quien gusta de cosas diferentes. La “normalidad” resulta complicada de definir en este ámbito.


Sólo con la confirmación anónima de que eres mayor de edad, basta. Como consecuencia, muchas personas jóvenes ya han visto porno, incluso con violencia, antes de dar el primer beso.

Milena Marinova, sexóloga, sobre adolescentes y pornografía

Por tanto, ¿qué puede llegar a pensar una chica si no disfruta de esta práctica? ¿El chico creerá su reacción natural? ¿Qué sentirá el chico si no responde como un actor superdotado? ¿Cómo va a repercutir en su forma de relacionarse que internalicen como normal la facilidad de acceder a sexo, la dominación masculina, la objetivación de la mujer, que se abunda en el porno convencional? Además, ¿cuánto dura un acto sexual en las películas y cuánto en la realidad? 

Y así, podemos seguir enumerando una cantidad ingente de referencias negativas que tornan inconveniente la relación entre adolescentes y pornografía.

Por ejemplo, en estos contenidos, en su modalidad más convencional y extendida, encontramos modelos de violencia de género y homofobia, entre otros.

Todo esto demuestra que el problema con el sexo es que lo tenemos muy escondido, oculto. Y por eso la pornografía termina siendo referencia exclusiva de la educación sexual de adolescentes. Deberíamos sacarlo en las conversaciones familiares, en las charlas de los colegios y hablar, hablar de ello abiertamente.

Solo así podremos quitarnos la pesadilla del “peligro” del porno. Porque con educación sexual real la pornografía sería inofensiva incluso para nuestros/as adolescentes.

LA SOCIEDAD FRENTE AL RETO “ADOLESCENTES Y PORNOGRAFÍA”

¿Qué podemos hacer en casa para combatir el porno masivo?

– ¿Cómo deberían padres/madres/colegios/sociedad evitar los daños que pueden provocar en los menores la exposición a imágenes pornográficas?

– Acompañar en la educación a menores supone mucho esfuerzo y tiempo para una parte importante de progenitores/as. Y eso representa un condicionante para muchos/as padres y madres para hablar sobre el sexo, la sexualidad y el erotismo de la forma que toca.

Resulta fundamental hablar con adolescentes y menores sobre las creencias y las expectativas personales en torno a diferentes aspectos relacionados con la sexualidad.


El problema con el sexo es que lo tenemos muy escondido, oculto. La pornografía termina siendo referencia exclusiva de la educación sexual de adolescentes.

Milena Marinova, sexóloga, sobre adolescentes y pornografía

Muchas veces se acentúa en o se abordan sólo los riesgos que pueden surgir. Es decir, que se trata lo urgente, por si acaso, y olvidamos la esencia, lo importante del sexo. De tal manera, la educación sexual se limita a la “prevención de riesgos”. No se profundiza en los conceptos desde lo que somos, hombres y mujeres en construcción y relación, peculiares y únicos, con necesidades, deseos, características…

Hay que tener en cuenta que la edad es un factor determinante en el desarrollo cerebral de niños/as y adolescentes para la construcción del sentido de la sexualidad, el afecto, los límites y el respeto.

Debemos hablar sin prisas, incorporando ideas, conceptos, información según la etapa de cada hijo/a. Así, con la naturalidad se podría dialogar de pareja, de amor, de enamoramiento, de cambios biofisiológicos, afectos, atracción, orientación, intimidad, deseos, reproducción, salud, valores, criterios, hábitos.

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Cuando la pornografía fomenta la violencia machista entre adolescentes

También hemos de hablar sobre asumir responsabilidades, miedos, y no aceptar imposiciones. Y, sobre todo, de conocerse, aceptarse y sentir que merece la pena cuidarse y quererse. Sentir que son dignos/as de recibir amor.

Uno de los objetivos de la educación sexual, tanto en la familia como en el aula, consiste en ayudar a construir personas capaces de gestionar su propio bienestar. De esta manera pueden establecer relaciones y vínculos constructivos y enriquecedores.


Existen programas informáticos anti pornografía. Pero esto no evitará del todo el consumo, y menos aplazara la curiosidad y la necesidad de saber de adolescentes

Milena Marinova, sexóloga, sobre adolescentes y pornografía

A nivel práctico, como medida preventiva para evitar el acceso de menores y adolescentes a pornografía, los y las progenitores pueden controlar el contenido con aplicaciones. Existen programas informáticos anti pornografía que se pueden instalar en los dispositivos y que resultan muy eficaces. Si bien esto no evitará del todo el consumo, y menos aplazará la curiosidad y la necesidad de saber.


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