ENTREVISTA A LA PSIQUIATRA TRE BORRÁS

Ibogaína: el alucinógeno africano como posible tratamiento de adicción

Un estudio clínico ensaya con iboga para dejar la metadona

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tratamiento con ibogaina

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Directora del servicio de adicciones y salud mental en | Web

Hace 15 años, Lucía consiguió abrir la puerta hacia una vida sin heroína, una droga que la había deteriorado en todos los aspectos. Lo consiguió gracias a un tratamiento de sustitución con metadona, otro opiáceo que ha salvado a muchas personas de sucumbir al “caballo”. La metadona consigue satisfacer la necesidad de consumo al interactuar de forma similar que la heroína, pero sin causar efectos psicoactivos ni perjudicar al organismo, como ésta.

Lucía es una de las 50 mil personas que se calcula que actualmente dependen de la metadona en España. Pero para muchas de ellas, esta dependencia guarda una objeción –o lo es en sí misma–, que Lucía expresa en una sencilla frase: “Sigo enganchada; no consumo caballo, pero necesito todos los días metadona, todos los días estoy obligada a pensar en ella y a conseguirla”.

Esta realidad podría cambiar para Lucía y para miles de personas que consumen metadona. Recientemente, le han ofrecido participar en un ensayo clínico que se desarrolla en el Hospital Universitari Sant Joan de Reus (Tarragona). La investigación busca probar la eficiencia de la ibogaína para dejar la metadona en un tiempo más breve y de forma más confortable que con los métodos tradicionales. Del estudio pueden participar quienes estén en tratamiento con metadona y tengan ya cierta estabilidad, pero que se ven incapaces de abandonar la medicación por el síndrome de abstinencia.

También conocida como iboga, la ibogaína es un alcaloide extraído de una planta africana llamada Tabernanthe iboga que crece en las regiones de Congo y Gabón, y cuyas propiedades son alucinógenas si se consume en altas dosis.

Por ahora, aunque es pronto para hablar de resultados, el ensayo muestra señales positivas. Si todo va bien, Lucía y otras personas que desean dejar de medicarse con metadona pero temen atravesar y claudicar al síndrome de abstinencia, tendrán una alternativa de vida sin esta sustancia.

Adictalia ha conversado con la investigadora principal del estudio con ibogaína, la psiquiatra Tre Borràs, directora del plan de acción sobre drogas de Reus. El grupo de investigación también está compuesto por el antropólogo Toni Llort, el enfermero Edu Beas, la psicoterapeuta Eulàlia Sabater, la cardióloga Carme Ligero, el psicólogo Genís Oña.

Dejar la metadona en 6 semanas con la ibogaína, el objetivo

– ¿Por qué el interés de este estudio con “iboga”?

– Esta es una propuesta por parte de Iceers (International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service) para utilizar plantas maestras para paliar el síndrome de abstinencia en personas con dependencia a los opiáceos que han podido dejar de consumirlos. Hay 50 mil personas que se medican con metadona en España. Y hay experiencias en clínicas mexicanas y alguna en Europa con ibogaína.

Se trata de dar una opción terapéutica a personas que, por su historia de dependencia de opiáceos, habían mejorado muchísimo con el tratamiento con metadona pero que se plantean dejarlo por ser, al cabo, un tratamiento médico y farmacológico. A veces resulta costoso hacerlo; no digo que sea imposible, porque muchas personas lo han hecho, pero sí que a menudo no resulta fácil dejar la metadona. Entre otras cosas, por la propia dependencia física que produce la metadona.

La metadona tiene muy buenas características para dejar los opiáceos de vida media más corta. Pero luego, cuando quieres dejarla, la abstinencia es algo que, aunque se realice con apoyo psicoterapéutico, resulta complicada de sobrellevar. Sobre todo, porque es de muy larga duración. La ibogaína puede aportar la oportunidad de dejar el tratamiento con metadona de una forma mucho más rápida.

– ¿Cualquier persona que consume metadona pudo participar del ensayo clínico con ibogaína?

– Existen unos criterios de inclusión para participar en este estudio: personas que toman metadona y que no toman otras medicaciones psiquiátricas. Sólo se admiten tratamientos para la ansiedad con benzodiacepinas. Tenemos criterios de exclusión, como tomar determinados antirretrovirales incompatibles por metabolizarse a nivel hepático. Esto implica que personas que desean participar del estudio no puedan hacerlo.

– ¿Y cuáles son las ventajas concretas que buscan probar en el tratamiento con ibogaína para dejar la metadona?

– La ventaja es que se dirige a personas con tratamientos de larguísima duración con metadona. El estudio se realiza sobre dos grupos: en uno las personas toman durante seis semanas, una vez por semana, una dosis fija. En el otro, las personas toman durante seis semanas, una vez por semana, una dosis que va aumentando.

Mientras el primero toman una dosis de 100 mg siempre, en el segundo toman, en la primera semana, 100 mg, en la segunda, 200 mg, en la tercera 300, y así progresivamente: 400 mg, 500 mg, hasta llegar a los 600 mg. Éstas no son dosis altísimas: conocemos otros programas que utilizan el doble de dosis en una sola sesión.

«El estudio se realiza sobre dos grupos: en uno las personas toman durante seis semanas, una vez por semana, una dosis fija.»

Tre Borrás

Por otra parte, este estudio se realiza a doble ciego: las personas que investigamos (médicos, psiquiátricas, cardiólogos, enfermeros y psicólogos y antropólogos) desconocemos si una persona está en el grupo a o b. De esta forma, no hay ningún tipo de condicionamiento sobre la valoración de resultados.

– Dice que el síndrome de abstinencia a la metadona es de larga duración. ¿Cuáles son sus síntomas?

El síndrome de abstinencia a los opiáceos, como la metadona, que se presenta con:

  • Dolores musculares
  • Sudores
  • Temblores
  • Sensación de malestar importante

En el momento de no disponer de metadona la abstinencia se hace muy dura. La desintoxicación con metadona puede realizarse de forma muy lenta.

– ¿Qué aspecto presenta en este momento la medicación con ibogaína?

– Esta medicación con ibogaína se presenta en forma de cápsulas y busca paliar el síndrome de abstinencia a la metadona. Por el momento, en lo que insisten muchas de las personas que participan en el estudio, es que la ibogaína les reduce el craving: el deseo de volver a consumir metadona. Lo que estamos viendo con la ibogaína es que, más que paliar la sintomatología física, o que ésta desaparezca totalmente, las personas que están consumiendo ibogaína toleran más los síntomas porque no hay ningún tipo de deseo de volver a consumir.

– Claro, y el deseo intenso de volver a consumir es lo que dificulta dejar la metadona, ¿correcto?

– El deseo es intenso, precisamente, porque si realmente hay un gran malestar, la consecuencia será que querremos aplacarlo consumiendo. Es cierto que puede haber una parte de ese deseo que sea el de disfrutar de los efectos positivos de la sustancia. Sin embargo, en este caso el mecanismo de acción tampoco está muy claro.

La metadona, desde el principio, presentó una ventaja importante para tratar la abstinencia a la heroína: la de tener una vida media más larga, es decir, permanecer más tiempo en sangre: con una dosis única al día de metadona era suficiente para cubrir las necesidades de opiáceos que pudiera sentir una persona con dependencia a estas drogas. Pero esto, precisamente, a la hora de la retirada, se convierte en un inconveniente, porque la sensación de necesidad, la abstinencia, dura más tiempo también. Para personas que consumen a largo plazo metadona, este tratamiento con ibogaína puede llegar a ser muy adecuado.

– ¿Cómo sería un proceso de desintoxicación de metadona con iboga?

– La desintoxicación a la metadona con tratamientos tradicionales es muy lenta. Cuando uno se está tratando con dosis de, pongamos, 60 miligramos de metadona y quiere llegar a cero, esto puede suponer muchísimo tiempo. Por ejemplo, en un tratamiento tradicional esa dosis se disminuye 1 miligramo a la semana durante 20 semanas. Y luego se frena durante cuatro semanas, para luego volver a reducirla durante otras 20 semanas, incluso de forma más lenta, en rebajas de dosis más pequeñas; con lo cual la cosa se alarga bastante.

En cambio, con este tratamiento que estamos ensayando con la ibogaína, después de cada ingreso la persona reduciría la dosis de metadona a la mitad. Por ejemplo, si alguien entra en el estudio consumiendo una dosis de 60 miligramos, después del primer ingreso y tomar la primera dosis de metadona, saldrá al día siguiente tomando 30 mg. A la semana siguiente, ingresará habiendo tomado, durante las 24 horas anteriores, esos 30 mg, y saldrá a la mañana siguiente tomando 15 mg, y así sucesivamente, con lo cual las reducciones semanales son enormes.

Si alguien entra en el estudio consumiendo una dosis de 60 miligramos, después del primer ingreso y tomar la primera dosis de metadona, saldrá al día siguiente tomando 30 mg.

Tre Borrás

Inconvenientes de consumir Metadona a largo plazo

– ¿Se puede llevar una vida normal consumiendo metadona?

– Hay muchas personas que llevan una vida muy normal. Personas que están totalmente normalizadas en el sentido de que pueden estar trabajando, y en trabajos complejos, con responsabilidad, en ámbitos como la informática, donde se requiere funciones cognitivas conservadas. Y que han estado consumiendo metadona durante mucho tiempo, quizá no en dosis altísimas.

El problema tiene que ver con la dependencia: cuando la persona lleva una vida normalizada, se desplaza durante el día y tiene que llevar su dosis de metadona a todas partes, porque a veces esto se puede complicar. Además, el control que existe sobre la dispensación de opiáceos conlleva que esto se convierta en una gran incomodidad. La persona desea acabar de una vez con este tratamiento sustitutivo (de la heroína) con metadona cuando existe la posibilidad de no tener el consumo de opiáceos en el centro de su vida.

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– ¿Tiene efectos secundarios la metadona?

– Cómo toda droga que debe metabolizar el organismo: la metadona carga los órganos metabolizadores.

– ¿Por qué se suele mezclar metadona con alcohol u otras sustancias?

– Algunas personas que toman metadona también consumen cocaína, por ejemplo, porque la metadona tiene un efecto sedante y, a veces, para compensar este estado, consumen cocaína, alcohol, incluso, ansiolíticos. Hay personas que consumen muchas sustancias. Pero en el caso concreto de cocaína exagerado, las personas usuarias lo describen como una necesidad para evitar la sensación de excesivo encharcamiento cerebral.

– ¿Existe una sugerencia médica para reducir la dosis de metadona?

– En realidad es una sugerencia psicológica. Sería de tipo médico si existiesen pruebas hepáticas muy alteradas por el consumo de metadona. Pero esto tampoco sería lo más determinante. Lo importante es plantearse dejar el tratamiento con metadona cuando la persona consigue una cierta estabilidad psicológica y psicosocial.

– ¿Hay casos en los cuales no es recomendable dejar la metadona?

– En personas que presenten un trastorno de salud mental comórbido. En este caso, la metadona también cumple una función terapéutica a nivel farmacológico. Observamos personas que han estado bastante estabilizadas a nivel psíquico gracias a la metadona y que, al retirarles esta droga, hay que recurrir a otro tipo de tratamientos porque aparece una sintomatología de tipo productivo, como los trastornos psicóticos, que estaba compensada por el tratamiento con metadona.

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